En esa frase pienso a diario, por mi
propia experiencia solo puedo pensar así.
El yoga llamo a mi puerta hace más de
15 años, pero fue muy sutil y no supe verlo entonces, ojala
hubiese sido así.
Trabajaba como monitora aerobica en un
gimnasio y un chico daba un par de días a la semana yoga, a mi me pareció que
no estaban haciendo nada, allí sentados a media luz, callados, sin
música... ni siquiera entre a probar.
Lo cierto es que por aquel entonces
muchísima gente no entendía aquella forma de “hacer deporte”
puesto que como no sabíamos que era así lo vimos en el gimnasio y
esas clases duraron un par de semanas nada mas. Una pena.
Ahora estoy segura de que no lo vi porque no era mi
momento.
La vida siguió igual para mi, tenía un
trabajo que me gustaba por aquel entonces, la familia controlada, la
economía llevadera, los amigos muchos, bueno sobre esto ultimo
también yoga me ha enseñado quien es mi amigo y quien no. Quien me
hace crecer y quien me detiene, es una parte genial del yoga también.
Llego a España la crisis, finales de
2008 y todo al rededor parecía derrumbarse. Por esa época tuve que
empezar a cargar con todo, me sentía responsable del bienestar de la
familia, de que no faltase nada, los hice dependientes de mi. Fue un
horror, pero yo no hacia nada por evitarlo, solo quejarme, y bastante
fuerte y alto por cierto aunque nadie parecía escuchar.
Y lo peor es que todo seguía
empeorando. Culpas todo lo externo y solo sigues atrayendo mas de lo
mismo, no te sientes agradecida en ningún momento por nada de lo que
tienes, cuando la realidad es que tienes mucho... pero no puedes verlo.
Ni siquiera mi trabajo que ame siempre
ya me satisfacía, me levantaba renegando de tener que ir y regresaba
protestando por lo que me iba a encontrar... me estaba transformando
en una persona que no me gustaba nada ni a mi ni a los que me
rodeaban que no entendían que me pasaba, el porque estaba sufriendo
tanto.
Nada parecía tener sentido para mi. Fue
entonces que empecé a darle vueltas a la cabeza a la idea de que yo
estaba aquí para otra misión que no fuera solo encargarme de los
demás, que tenía derecho a ser feliz. Había situado la felicidad
bastante lejos e inalcanzable, tampoco me daba cuenta que la
felicidad esta en el camino siempre. Y que es una actitud que debemos
adoptar todo aquel que quiera sentirla.
Una alumna del gimnasio me hablo de las
meditaciones, que me ayudarían a calmarme me dijo. Empezaron a caerme libros
en las manos casi sin darme cuenta de desarrollo personal,
crecimiento, desapego.... leí muchísimo, escuche cientos de audios
motivacionales y empecé a ver la vida de otra forma.
Con las meditaciones fue mas difícil, pues no lo tenia
tan claro, me esforzaba en dejar la mente en blanco (es lo que tiene
no saber meditar ni entender que es exactamente) me ponía tan
nerviosa con el intento que el corazón se me salía del pecho, tenía
que levantarme y dejarlo. Pero no se porque razón al día siguiente
volvía a intentarlo, y busque mucha información y cursos por
internet. Poco a poco al menos era capaz de estar calmada, ya no solo
mientras el tiempo que me dedicaba a meditar, me di cuenta que la
calma se extendía la mayor parte del día. Lo mejor de todo es que los
demás también lo notaron y se alegraron mucho por ello. El ogro en
que me había convertido estaba desvaneciéndose.
Buscando información sobre meditar fue
que encontré el yoga e igualmente milagrosamente llegaba a mis manos
mucha información relacionada con el yoga, hasta una monitora que
empezó a trabajar en mi gimnasio conmigo daba yoga y me trasmitía
tanta paz y dulzura que dedicí que eso es lo que yo quería sentir y
trasmitir a los demás. Desde entonces empece a formarme en esta filosofía.
Podría hablar muchísimo de yoga, de
tantos y tantos beneficios que te aporta, físicamente, mentalmente,
emocionalmente... es una herramienta muy eficaz para conseguir
meditar y estar presente la mayor parte del día a día en tu vida.
Pero yo solo voy a resumirlo en dos
beneficios primordiales, porque es lo que mas valoro de lo que me
aporta a mi cada día
PAZ INTERIOR Y FELICIDAD.
PAZ INTERIOR Y FELICIDAD.
Así que amig@ si el yoga llama a tu
puerta ÁBRELE. Porque la paz interior y la felicidad existe en cada
instante de tu vida. Yo la siento pase lo que pase a mi alrededor, así que tu también puedes
Namasté