¡¡que
pocas escuchan!!…
mas
bien cada uno dice lo suyo sin dejar intervenir al resto y se
constata que todos y todas hablan a la vez. La palabra respeto se
utiliza a menudo en los debates de televisión, pero sólo se usa
para seguir dominando a los demás, parecen entender que quien grita
más es el más fuerte ¿?
Nos
acometen defectos que pueden entorpecer el respeto y la tolerancia
como:
El
amor propio: nuestro primer enemigo y lo llevamos dentro
de nosotros “el amor propio” que suele ser mal consejero. Nos
hace creer que siempre tenemos razón y nos cuesta aceptar que los
demás no piensen lo que pensamos nosotros. En educación esto es un
problema, pues tenemos que admitir que existe otra manera de pensar y
de actuar que no tiene porque ser la nuestra. No debemos ser rígidos
al defender nuestras ideas y tener la mente abierta
Confundir
tolerancia con el relativismo: esta actitud que se
traduce en frases como : “la mayoría piensa” “se dice”,
“todo es bueno” “los tiempos han cambiado” “todos lo
hacen”, etc., es bastante grave, pues donde no hay distinción hay
confusión
La
falta de confianza: muchos de los conflictos de
convivencia surgen por la falta de diálogo, base de la comunicación.
Sin diálogo no tendríamos capacidad de comprender, ni elementos de
juicio, ni saber que piensan sobre todo nuestros hijos (que son a los
que tenemos que educar en el respeto) de temas importantes como la
vida, la sexualidad, el ambiente callejero, las drogas… si no le
damos opción a explicarse por miedo a nuestra rigidez no podremos
opinar sobre que les conviene.
Actitud
negativa: tenemos que ser positivos para actuar con serenidad
y ocuparnos con tranquilidad de los temas que les preocupen
especialmente en la adolescencia. La verdad lucirá mejor siempre que
sea defendida con amabilidad, constancia y sin violencia.
“Las
ideas se proponen, no se imponen”
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